La encrucijada de Oaxaca


La aparición del gobernador oaxaqueño Gabino Cué Monteagudo en el noticiero de Carlos Loret de Mola fue atinada aunque tal vez extemporánea. Atinada, porque ante los disturbios ocasionados por los profesores de la CNTE en la ciudad de México, no había más que dar la cara y señalar con claridad la posición del gobierno del Estado. Extemporánea, porque el momento de fijar un posicionamiento debió ser inmediato al primer bloqueo.
Y extemporánea también, porque se genera después de que los maestros oaxaqueños se manifestaron frente a Televisa y aún después de que Loret señaló que se había solicitado la participación de Cué Monteagudo para aclarar si el gobierno oaxaqueño era quien se encontraba detrás de las manifestaciones, invitación que el gobernador habría declinado el miércoles 28 de agosto. Pero finalmente el jueves 29 aceptó el reto y el resultado fue favorable, pese al estilo insistente y machacón del conductor de Primero Noticias.
Si se considera que de esa silla Mario Marín, el gober precioso de Puebla, se levantó con un pie en el patíbulo de la política, el saldo para Gabino Cué resulta positivo. Primero, porque afirmó categóricamente que el gobierno del estado de Oaxaca no sólo no está detrás de estas prácticas, sino que las lamenta. Segundo, porque dejó en claro que ciertas prebendas y privilegios de los que goza el magisterio oaxaqueño no proceden de su administración, sino que son producto de una lucha que, nos guste o no por sus métodos, han llevado a cabo los maestros de la CNTE y se han traducido en derechos que el actual mandatario no puede allanar.
Las sospechas de Loret parecen lógicas. Fueron los maestros quienes convocaron, con movilizaciones y a grito abierto, a los electores oaxaqueños a aplicar el voto de castigo contra el candidato priista Eviel Pérez Magaña. El repudio popular a Ulises Ruiz y sus prácticas represivas, fueron el caldo de cultivo para lograr un triunfo inobjetable.
Pero esta aparición pública (que no lo es ante Loret ni ante Televisa, sino ante una ciudad de México injustamente golpeada por bloqueos, marchas y protestas) debe ser un parteaguas en la relación gobierno-magisterio. Se acerca el tiempo de una toma de decisiones crucial. La pregunta fue directa: -¿No habrá marcha atrás a la reforma educativa? La respuesta de mandatario también: “No debe haberla”. -¿Está el gobierno sometido la CNTE? “No. Quien gobierna es el gobernador de Oaxaca”.
Esto debería implicar en los hechos por lo menos la vuelta a los salones de clase en forma inmediata y la negociación del pliego ya presentado por los profesores. Ante todo, el convencimiento de que la CNTE debe abandonar métodos de lucha que sólo los confrontan con la ciudadanía. Esta sería la muestra absoluta de que el estado puede resolver sus problemas, en vez de exportarlos a la capital.

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