¿Quién mató a Hugo Chávez?


Hugo Chávez podría pasar a la historia por ser el primer occiso en denunciar el complot de su propio deceso. Trama digna de una película de ciencia ficción, confluyen en ésta todos los elementos del folletín sensacionalista: las fuerzas oscuras del imperio del mal, los avances científicos capaces de generar una epidemia selectiva de cáncer en los líderes latinoamericanos (obvio, las fuerzas del bien), una realidad que nunca es lo que parece y un mesías que, como todos, acaba crucificado por las fuerzas de la historia.
¿Se puede pedir más? Veamos las partes que conforman este drama.

Inyecciones de no sé qué
En diciembre de 2011 el presidente “bolivariano” sorprendió a sus compatriotas con la revelación del complot. Pero en los términos en que suelen plantearse estas maquinaciones, reales o imaginarias: sin una sola prueba, echando mano de argumentos conjeturales e invocando a las fuerzas del mal.
Los hechos: un conjunto de mandatarios latinoamericanos (algo así como la liga de la justicia) padecían cáncer (de varios tipos, en distintas etapas, tan diversas como las que agrupa este nombre): la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner; la actual presidenta de Brasil,  Dilma Rousseff; su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente paraguayo, Fernando Lugo. Para hacerle cancha a su teoría, generó la motivación, la duda razonable: “es muy difícil explicar a estas alturas (…)  Al menos es extraño, muy, muy, muy extraño". ¿Pero por qué? La gente puede enfermar de cáncer por muy diversas circunstancias. Igual podía haber enumerado a los enfermos de lo mismo en la derecha o en el propio gobierno norteamericano. Pero señalar que era “extraño” era sembrar la necesidad de una explicación.
Y de ahí, al paso de la muerte: "¿Sería extraño que hubieran desarrollado una tecnología para inducir el cáncer y nadie lo sepa hasta ahora y se descubra esto dentro de 50 años o no sé cuántos?". No, no sería extraño. Sería de hecho bastante plausible. Pero que algo pueda existir no es prueba de que exista.
Y para redondear la presentación del caso, un testigo de cargo: "Fidel siempre me lo dijo: Chávez, ten cuidado, porque tú te le tiras a la gente encima. Mira, cuidado, esta gente ha desarrollado tecnologías, tu eres muy descuidado, cuidado con lo que comes, cuidado con una pequeña aguja y te inyectan no sé qué".

Puede que sí, puede que no
Hubo en efecto, conspiraciones reales para matar o derrocar a Chávez, Y también hubo (declaradamente) asesinatos en los que se envenenó al enemigo con sustancias radiactivas.
Conspiración real: un soldado francés entrenado en Israel, Frederic Laurent Bouquet, fue detenido en Caracas el 18 de junio de 2009 junto a tres ciudadanos dominicanos en posesión de un arsenal: explosivos, detonadores, armas largas. Confesó que era parte de un plan para matar a Chávez. Fue expulsado de Venezuela tras cumplir su condena, el 29 de diciembre de 2012, por considerársele peligroso para la seguridad nacional.
Envenenamiento radiactivo: el 11 de noviembre de 2004 murió en Francia el líder palestino Yasser Arafat. Las autoridades francesas se negaron a revelar la causa exacta de la muerte, pero el dirigente judío Shimon Peres declaró que habían cometido un error al eliminarlo, pues con él “se podía negociar”. Según esta teoría, el servicio de Inteligencia del régimen de Israel lo había envenenado con un elemento radioactivo. En efecto un instituto científico suizo descubrió restos del isótopo radiactivo polonio-210 en la ropa y utensilios privados del líder palestino. Las causas de su muerte aún se investigan.
Sobre si puede ser cierta la hipótesis de un homicidio en el caso de Chávez, señala la escritora estadounidense-venezolana Eva Golinger: "si examinamos la situación, hay mucha evidencia circunstancial que indica que eso puede ser algo muy cierto”.
En la teoría conspirativa oímos lo que queremos oír: que algo puede ser cierto significa exactamente que puede ser falso. Ni más ni menos.

Llamando a los Mythbusters
También hubo complots imaginarios o por lo menos que nunca se ejecutaron.
Es indudable que más de uno desearía matar a Chávez. Sin embargo, el émulo de Bolívar hiló delgado el 20 de noviembre de 2010 cuando denunció a grupos de la derecha, incluido el principal accionista del canal privado de noticias Globovisión, el prófugo empresario Guillermo Zuloaga, quienes estarían realizando una colecta de dinero con el objetivo de financiar una conspiración para asesinarlo. “Tienen ya, según informaciones muy fidedignas, dicen que tienen 100 millones de dólares para dárselos al que me mate”. Falta de confianza. Por ese dinero cualquiera de nuestros aguerridos narcosicarios lo habría ejecutado sin miramientos. Pero en Venezuela las cosas son diferentes, parece.
Por ejemplo: si se cree que Chávez fue asesinado, que se someta su cadáver a las pruebas periciales que comprueben o refuten esta teoría. En vez de eso lo van a embalsamar para exhibirlo como reliquia sagrada. ¿Y si contagia a la gente de cáncer radioactivo? Igualmente, podrían someterse al contador Geiger los presidentes latinoamericanos en peligro.
Pero eso echaría por tierra el efecto de la teoría de complot. Si en vez de llorar sin sentido y hacer declaraciones contradictorias, el presidente Maduro hiciera honor a su apellido y aclarara el caso, ¿cómo sostendría la fantasía del mesías sacrificado por las fuerzas del mal? ¿Reconocer que era sólo un enfermo y que la muerte le llegó por azar y no por el cumplimiento de su particular profecía?
Porque esa es la significación del complot: dividir al mundo en un esquema infantil y simplista de buenos y malos. No hay que demostrar nada porque el complot es en sí la prueba de la bondad de los unos y la maldad de los otros.

P.D. El que una multitud salga a las calles de Caracas a llorar por Chávez tampoco es prueba de nada. Su lugar en la historia no se lo dará una muchedumbre, así sea la más abnegada de las turbas. Se lo dará el futuro de su país, que hoy es incierto.

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